Donald Trump dice que va a restaurar a Estados Unidos a su antigua tradición de grandeza.
Pero el presidente electo promete medidas que, de llegar a cumplirse, llevarán a su país a desempeñar un papel enteramente distinto al que ha cumplido en el pasado.
Esas medidas tienen el potencial de transformar profundamente varias reglas básicas de convivencia entre las naciones, en pie desde la Segunda Guerra Mundial.
Y de impactar la vida de todos nosotros en maneras que apenas empezamos a considerar, a pocas horas de conocerse el terremoto político más grande de la historia contemporánea estadounidense.
Trump es visto entre muchos de sus seguidores como una especie de Mesías. Sus contrincantes, en el mejor de los casos, lo ven como un charlatán. Un hombre cuya personalidad estrafalaria acaparó la atención de los medios, asfixiando la discusión de tantos otros asuntos más profundos y urgentes
Pero en medio de sus insultos, exabruptos y controversias ha anunciado una serie de medidas que ponen de cabeza a las instituciones de seguridad, de manejo económico y hasta las reglas culturales que han imperado en el mundo desde que Estados Unidos se convirtió en una superpotencia en 1945.
¿Una desconfianza en la democracia liberal?
Para bien o para mal, Estados Unidos ha sido presentado por décadas como el paradigma de una nación democrática. Un ideal que se cumplió con más y menos intensidad en distintos momentos de su historia, pero que no obstante fue el rasero con el que se medía la devoción democrática de otros países. Y que sirvió de aliciente a que muchas otras naciones buscaran perfeccionar sus propias democracias.
Hoy esa devoción a la democracia tradicional en Estados Unidos enfrenta una crisis existencial por cuenta de la conducta de Trump. El presidente electo dijo que no aceptaría un resultado adverso en estas elecciones si llegase a perder. Ha amenazado una y otra vez con enviar a su derrotada contrincante Hillary Clinton a la cárcel.
Trump sostuvo que era la única persona capaz de salvar a Estados Unidos del desastre de unas instituciones a las que repetidamente acusó de corruptas. Y al votar por él, los estadounidenses han escogido un estilo de gobierno que para muchos recuerda al de mandatarios autoritarios de otras latitudes.
Por lo que muchos temen que un gobierno de Trump tendrá poco interés y menos aún autoridad para criticar o contrarrestar los abusos contra la democracia en otros países.
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